Anoche, bajo el cálido abrazo de la música, confirmamos las palabras del maestro Jaime Uribe: el bolero es un oasis, un descanso emocional.
Por: Sara Mesa Pérez
"Vengo a escuchar boleros porque es revivir el recuerdo de nuestros padres, de la época más linda que nosotros tuvimos, y en la cual nos enseñaron a apreciar las verdaderas letras, y a querer esa música que es tan especial y que nunca pasa de moda".
-Álvaro Sánchez (asistente al evento)
Con nuestra casa llena, el frío de la noche se disipa. Nos arropan las letras de Lágrimas negras, de Cuando estoy contigo, de Te busco. Nos abrigan las melodías de los violines y el piano. Nos envuelve el retumbar del bajo, la percusión y los bronces.
Estamos, realmente, en un oasis: no existe el afuera, pero existe el presente. Un presente en el que nos permitimos sentir; pero, sobre todo, un presente en el que nos permitimos ser.
Abrazamos, amamos, reímos. Cantamos a todo pulmón y bailamos sin temor a ser juzgados.
Nos conectamos con el aquí y el ahora de la manera más honesta, más bella, más pura.
Somos libres y estamos vivos. El bolero y el son nos lo recordaron.